¿Cómo llegó Jorge Rafael Videla a convertirse en Jefe del Ejército? Documentos recientemente desclasificados por la CIA y el FBI, revelan aspectos hasta ahora desconocidos y
detallan la antesala del Golpe de Estado de 1976.
|
Microfilm desclasificado por la CIA |
El
nefasto Proceso de Reorganización Nacional, que
formalmente se inició en la madrugada del miércoles 24 de marzo
de 1976, tuvo su origen político, económico y
social, varios meses antes de aquella fecha.
|
Videla, Perón, Numa Laplane e Isabel. |
El ya fallecido dictador Jorge Rafael Videla, estratega del
funesto golpe de estado, aseguró que se gestó
cuando asumió la comandancia del ejército a fines de
agosto de 1975, pero hoy, el análisis histórico y
nuevos elementos surgidos de documentos reservados recientemente
desclasificados por el gobierno norteamericano,
permiten confirmar que fue meses antes y definen con
mayor precisión, los hechos y el verdadero momento en el que comenzó
aquella siniestra pesadilla, que gobernó nuestro país a sangre y
fuego durante más de 7 años.
Por
aquellos días, Argentina se
encontraba prácticamente en bancarrota:
déficit en su
balanza comercial y cuenta
corriente, reservas en
el BCRA por
apenas u$s 650 Millones
y una
deuda externa
cercana a los u$s
9500 millones en
virtual default.
Para EEUU era muy importante
resolver la crisis de modo favorable a sus intereses.
No
hacerlo crearía serios
problemas para su posición estratégica y geopolítica en
el hemisferio
e inmensos riesgos para
la “seguridad
jurídica” de sus
corporaciones,
casi un
billón y medio de
dólares invertidos por
empresas estadounidenses en
Argentina.
El
2 de Junio de 1975, en el marco de un
nuevo recambio de gabinete, Celestino Rodrigo asumió
la cartera económica y dos días después anunció su
tristemente célebre “rodrigazo” Era un típico programa
de estabilización que en nombre de la disciplina fiscal, buscó
equilibrar las cuentas públicas a partir del endeudamiento
externo y un brutal ajuste sobre los ingresos de los sectores
más vulnerables, que promovió una devaluación y aumento de
tarifas promedio del 100% y una recomposición salarial
de solo 50% para los trabajadores en actividad.
En
los días posteriores al anuncio, se materializó una
masiva resistencia popular. El
27 de Junio cerca de 100.000 personas reclamaron
en Plaza de Mayo, la renuncia de Rodrigo y del
Ministro de Bienestar Social ( virtual primer ministro ) José
López Rega “el brujo”. Cinco días después trabajadores
metalúrgicos, mecánicos, textiles, ferroviarios, de la
construcción, bancarios y estatales paralizaron sus tareas sin aval
de la CGT, quien recién convocó a un paro
general para el 7 de julio.
Restaba
apenas un año para el fin del
mandato de la ya muy desgastada María Estela Martínez
de Perón. Si bien parte de la dirigencia de la época decía
buscar consensos para adelantar las elecciones presidenciales de
1977, muchos actores políticos y vastos sectores sociales,
“agotados” por la crisis económica y política que derivó del
Rodrigazo, avalaban el deseo del poder económico local: la llegada
de un nuevo gobierno que pusiese “orden” ante el “caos” que
consideraban inmanejable por una administración que había
entrado en franco deterioro, a partir de la muerte de
Juan Domingo Perón.
|
Italo Luder junto a "Isabel" Perón |
Las
fuerzas armadas realizan entonces su primer “movida”
política, allanando el camino para el desplazamiento de
la Presidenta. El 8 de Julio de 1975 promueven y apoyan a
Italo Argentino Luder, un político “confiable” al paladar de
la élite hegemónica ( en febrero de ese año propició la firma de
los recordados decretos de exterminio ) para que asuma la
presidencia del Senado, convirtiéndose así, en
primera instancia en la línea sucesoria de
la República y avanzan en el desplazamiento de
varios ministros, entre ellos el “brujo” que desde la
cartera de Bienestar Social financiaba con fondos públicos a la
funesta organización represiva parapolicial triple A.
Los
grandes empresarios que operaban en Argentina, especialmente los de
origen estadounidense, temían que las expresiones más radicalizadas
del peronismo y las fuerzas de izquierda ganaran terreno y
desembarquen masivamente en las comisiones internas de sus compañías.
Por ello, comenzaron a reclamar ante las Embajadas y luego ante las
propias fuerzas armadas, la necesidad de poner fin a dicho panorama y
estructurar un sistema de persecución y represión de militantes
sindicales y sociales combativos, como ejemplo aleccionador para el
resto de los trabajadores de nuestro país.
Damasco.
Larocca. Videla. Los factores antagónicos.
El
ascenso de Videla al máximo escalafón de las fuerzas
armadas, derivó de una fuerte interna militar
expresada en diversos planteos y un extorsivo y definitorio
levantamiento castrense hacia fines de Agosto de 1975.
Alejados López Rega y su Triple A del riñón de gobierno, los
pétreos genocidas, recogiendo el guante lanzado por el poder
económico, reclamaron al gobierno, cambios políticos y mayor rigor
represivo por parte de Estado.
|
Coronel Vicente Damasco |
El
primer paso fue solicitar la destitución y pase a retiro
de los oficiales “moderados” que rechazaban tales
exigencias: el General Alberto Numa Laplane, Comandante en Jefe
del Ejército desde el 13 de Mayo de 1975 y el Coronel
Vicente Damasco, personaje clave en esta historia, hoy
sugestivamente olvidado por la gran mayoría de quienes
analizan lo sucedido en esos años.
En
el seno castrense convivían 2 corrientes de
pensamiento y acción: los duros, liderados por el General
Carlos Delía La Rocca ( formado en la Escuela de las Américas
y agregado militar en la embajada estadounidense en 1974 ) y Jorge
Rafael Videla. Partidarios del “profesionalismo aséptico”
creían que las FFAA no debían participar de ningún
modo en el débil gobierno de Isabel. Esperaban que la
crisis se lo lleve puesto y las fuerzas de seguridad aparezcan
entonces como reserva moral de la nación, dispuestas a hacerse cargo
una vez más de los desaguisados cometidos por la política.
El
otro sector, más moderado, estaba vinculado
claramente al Movimiento Nacional Justicialista y “militaba”
el llamado “profesionalismo integrado” que respetaba el
orden constitucional del país, siendo incluso parte de él.
Allí
revistaban Numa Laplane, que llegó de la mano de López Rega, pero
se había “diferenciado” del brujo, acercándose a la política y
a posiciones más dialoguistas y Damasco, que había sido
nombrado Ministro del Interior por Isabel Perón el 11 de
Agosto de 1975 como señal de que su gobierno, tenía pleno
apoyo del peronismo, el frente sindical ortodoxo y las mismísimas
FFAA.
Vicente
Damasco era un coronel muy cercano a Juan Domingo Perón.
Entre diversas tareas tuvo a su cargo la seguridad del
masivo acto de asunción presidencial del veterano líder
justicialista en 1973. Antes de su llegada a la cartera
política, se había desempeñado ya como secretario militar de la
presidencia en 1974 y Jefe del Regimiento de Granaderos a
caballo General San Martín, durante las efímeras presidencias
de Héctor Cámpora, Raúl Lastiri y el propio Perón.
Además,
fue quien redactó lo que muchos consideran el legado y
testamento político de su veterano líder: El Proyecto Nacional
Argentino, presentado por el Presidente
Perón en la asamblea legislativa de 1974. Apenas
34 días al frente de la cartera política fueron suficientes
para generar un masivo rechazo en los sectores más pétreos de las
fuerzas genocidas, quienes veían en él, a un posible sucesor
del presidente fallecido en 1974 y una “amenaza” a los
intereses del ejercito, que pretendía que las contradicciones del
gobierno de Isabel se acelerasen y determinaran su caída, por el
peso específico propio de los acontecimientos.
Durante
su breve período como Ministro, Damasco actuó como
una especie de Jefe de Gabinete, aunque no logró articular
el apoyo de la élite empresaria hegemónica del país, dado que
su figura estaba ligada a sindicatos integrantes de
las 62 organizaciones, quienes habían ganado cierto
espacio de poder en el gabinete que virtualmente
lideraba.
Ello
disparó las alertas del poder económico y los halcones castrenses,
quienes argumentaban que su nombramiento pretendía alinear a todo el
ejercito dentro del “profesionalismo integrado” y consideraban
inaceptable que un militar en actividad, tuviese un destacado
protagonismo político en el gobierno al que ya planeaban derrocar.
Según
consta en el cable confidencial que la Embajada
estadounidense giró al FBI el 14 de Agosto de
1975, se llevó a cabo un encuentro de altos mandos del
ejercito del que participaron Carlos D´elía Larocca Jefe del
III Cuerpo de Córdoba ( epicentro de la rebelión militar como en
1955 ) Roberto Viola del II Cuerpo, Guillermo Suarez Mason
V Cuerpo, Eduardo Beti Comandante de Institutos Militares y el
General José Vaquero Director de la Escuela Nacional de
Defensa, donde plantearon a Laplane su disconformidad
por el rol que ejercía Damasco dentro del
Gobierno de Isabel.
|
Cable Secreto FBI |
|
Cable Secreto FBI. |
Quién
aportó dicha información al Embajador americano en nuestro país
Robert C. Hill durante un evento social, fue el Brigadier General
nacionalista Alberto Cáceres Anasagasti, Comandante del I
Cuerpo. El cable revela que Cáceres advirtió a Hill sobre el
movimiento de aquellos oficiales, tendiente a forzar el pase a retiro
inmediato del Coronel Damasco pero también el reemplazo inminente
del jefe del ejercito que lo sostenía, Gral. Numa Laplane.
El
cable confidencial de la Embajada señala que Cáceres relata a Hill,
que en aquel encuentro fue incluso insultado por sus colegas, al
negar su apoyo al reclamo formulado por el ala dura. También le dijo
que no creía inminente un golpe de estado, pero q los asesinatos del
Capitán Keller y el Mayor Larrabure (18 y 21 de agosto de 1975 respectivamente) agregaron "leña al fuego"
provocando disconformidad entre Coroneles y Mayores, por lo
que tal agitación, de crecer aún más, abriría las
puertas para que las FFAA impulsen en el futuro
cercano, cambios institucionales en nuestro país.
|
Cáceres Anasagasti. Gentileza: geni.com |
El
Gral. Cáceres Anasagasti era escuchado
atentamente por la Embajada. A priori era una especie de "sucesor
natural" de Laplane, pues cumplía con varios requisitos
sugeridos por la élites hegemónicas de entonces: era oficial de
Inteligencia, revistió como jefe de la Superintendencia de la
Policía Federal, de la propia Federal, fue Director de
Gendarmería y comandaba en aquel momento el I Cuerpo del
Ejército.
Al
mismo tiempo tenía una gran contrapeso, al igual que el Coronel
Damasco, contaba con apoyo de las 62
Organizaciones que conducía el metalúrgico Lorenzo Miguel.
Su designación, además, implicaba descabezar virtualmente a toda la
institución incluídos los pétreos, por lo cual la resistencia de
los golpistas aumentaba.
En mayo de 1975 Cáceres fue invitado por Emilio
Massera a un almuerzo en el Edificio Libertad,
donde el almirante le propuso asumir la máxima conducción del
ejército en reemplazo de Leandro Anaya, lo que fue rechazado por el
brigadier nacionalista, dando lugar al nombramiento de Numa Laplane.
Mientras
el deterioro político se intensificaba, asumía la cartera económica
el cuarto sucesor de Rodrigo (había renunciado a su cargo el 17 de
julio y en solo un mes, 3 más dimitieron) Antonio Cafiero quien más
allá de asegurar que en su gestión primaría la doctrina peronista,
buscaría resolver los problemas económicos mediante un nuevo
acuerdo con el FMI.
A
esa altura, el gobierno “popular” había realizado ya 33 cambios
de ministros sin poder encauzar la crisis. Sin apoyo militar ni de la
élite empresarial, los tiempos de Damasco y Laplane se
acortaban y estos, conocedores de la situación, activaron una serie
de maratónicas reuniones de gabinete y contactos extraoficiales con
partidos políticos en busca de un apoyo que jamás conseguirán.
En
la mañana del Martes 26 de Agosto de 1975, mientras
Cafiero anunciaba una nueva devaluación del peso del 4%, los altos
mandos castrenses activan el plan que semanas antes
advirtió Cáceres a la Embajada. Los jefes de Cuerpo Roberto
Viola, Carlos D´elía Larocca, Guillermo Suarez Mason y Diego
Urricarriet, Director de Institutos Militares, envían un telegrama
a Numa Laplane instándolo a pasar a retiro y abandonar la
conducción de las FFAA. Laplane, respondió invitándolos a viajar a
Bs As y celebrar una reunión esa noche, pero su suerte estaba
echada: los altos mandos se niegan, Numa Laplane asume que ya
no dispone de poder suficiente para sostenerse y renuncia.
María
Estela Martínez de Perón hace caso omiso y lo
ratifica en el cargo. Paralelamente, el Comando general del
Ejercito emite un comunicado donde asegura que el Coronel Damasco
había solicitado su pase a retiro, hecho que el Ministro del
Interior desconoce horas más tarde, intentando resistirse a la
movida golpista.
Ante
el respaldo de Isabel Perón a los “moderados” los halcones
desatan una sublevación y ordenan el acuartelamiento de la Policía
Federal y de aproximadamente unos 70.000 hombres pertenecientes al I,
II, III y V Cuerpo del Ejercito en diversos puntos del país.
Por primera vez, Videla aparece públicamente sumándose al
reclamo de sus pares y apoya el pedido de remoción de Laplane, quien
cercado, repite su renuncia y sugiere sea nombrado
Cáceres Anasagasti.
Durante
la tarde se suceden reuniones al más alto nivel de Gobierno
tratando de capear el temporal. Allí se toman algunas decisiones:
Movilizar unos 900 hombres del cuerpo de granaderos para “defender”
la seguridad en Casa Rosada y emitir declaraciones de apoyo al
gobierno, cosa que inmediatamente realizan la CGT y el Partido
Justicialista, al tiempo que Numa Laplane asegura públicamente
que el golpe ya se inició en los cuarteles y que si deja su cargo,
alcanzará las calles.
Ya
por la noche, luego de más de 5 horas de reunión
ininterrumpida, la Presidenta junto a varios dirigentes
sindicales, diputados, senadores, Ministros, Laplane y Damasco,
analizan qué hacer ante el levantamiento militar que comienza a
ganar apoyo en la Fuerza Aérea y la Marina. Deciden entonces invitar
a sumarse al encuentro a los líderes de dichas fuerzas Héctor
Fautario y Emilio Massera respectivamente y convidar también al
Brigadier Cáceres a participar de las deliberaciones.
|
Carlos D´elía Larocca |
Allí
se barajan varias alternativas como respuesta
a la crisis que ya luce terminal. La renuncia o licencia por
tiempo indeterminado de Isabel, (que ella rechaza) el retiro
de Damasco y Laplane y la designación de D´elía
Larocca (por ser el oficial en actividad de mayor
rango y antigüedad) como nuevo jefe de la fuerza o la
de Cáceres Anasagasti. El
Viceministro de Defensa Carlos Caro es quien le ofrece nuevamente el
cargo al Brigadier nacionalista pero este otra vez se
niega, solicitando su pase a retiro y advirtiendo al
cónclave que de aceptar, las unidades de tanques de Olavarría y
Azul actuarían inmediatamente para derrocar al gobierno. Ya cerca de
la madrugada, Laplane presenta una vez más su renuncia y le es
aceptada, acelerando el desenlace de los acontecimientos.
Descartada
la renuncia de la presidente Perón y su reemplazo por el “confiable
Italo Luder, el mayor “triunfo” de los militares
rebeldes no es el alejamiento de Laplane, sino el de
Damasco, quien esa noche presentó su pase a retiro,
anticipando así su próxima salida del Ministerio del Interior (
dejó el cargo el 16 de septiembre de 1975 ). Sobre él descargaban
los golpistas toda su ira y temor, imaginando que podría
constituirse en el futuro, en un candidato presidencial “competitivo”
que conjugase (al igual que Perón en el 45?) pertenencia a las
fuerzas armadas, instinto político, apoyo gremial y sensibilidad
social, atributos suficientes para perpetuar el “populismo” algo
que tampoco aceptaba la élite económica que ejercía por
aquel entonces una clara hegemonía y que avaló la conducta
de Videla y Larocca y el levantamiento de Campo de Mayo.
El
día clave. 27 de Agosto de 1975.
D´elía
Larocca deja Córdoba para trasladarse a Campo de
Mayo y activa el levantamiento. Al enterarse de la “rendición”
de Isabel que acepta la renuncia definitiva de Laplane se
autoproclama nuevo jefe del ejercito y se lo hace saber al
gobierno a través del Ministro de Defensa Jorge Garrido.
Paralelamente, decide constituir, coordinar y encabezar el primer
ensayo extraoficial de la futura Junta Militar: el Comando Interino
del Ejército Argentino, una suerte de Estado Mayor Conjunto de
oposición, que guiará a los
oficiales alzados y comenzará a delinear la estrategia
tendiente a la toma del poder en marzo de 1976.
Los
hechos de aquel día son detallados ampliamente por otro
cable secreto que
la embajada estadounidense en
nuestro
país ( Figura 2 ) remite al
Departamento de Estado, la CIA y el FBI gracias al pormenorizado
relato que
brinda esta
vez, el
Coronel Alberto
Valín, por entonces
oficial de inteligencia del
Batallón 601 del que será Jefe entre 1976 y 1977.
|
Cable secreto FBI |
Valín,
hombre de confianza de
Roberto Viola, relata a la
Embajada que en
la noche de aquel Miércoles, el Viceministro de
Defensa Gral Caro llegó
a Campo
de Mayo
intimado
por los generales que encabezan la sublevación
( D´elía
Larocca,
Viola, Suárez
Mason y el propio Videla ) para una última reunión donde se definió
el nombre del nuevo Comandante en Jefe del
Ejercito y por lo tanto líder de la embrionaria Junta Militar.
El
cable señala que Caro
comienza
advirtiendo
que las FFAA colocaron a la
Presidenta
en una situación difícil y embarazosa y que ella decidió
poner ciertas condiciones para
definir el nombramiento. También consigna ( con lujo de detalles ) que antes
que el viceministro
pudiese enumerar tales “exigencias” D´elía
Larocca
estalló en ira contra Isabel
respondiéndole que
era una prostituta y que
antes de su casamiento con Perón había contraído nupcias con un
tal Catto ( no se registra
el nombre de pila de dicho sujeto )
Larocca-
continua el cable secreto recientemente desclasificado- advierte
a Caro
que las FFAA no admitirán ninguna condición, que él
mismo tomará la jefatura del
ejercito y que los
golpístas
solo aceptarían como alternativa que sea Videla
quien asuma la conducción en disputa,
dando rápidamente por
concluida la reunión ordenándole
a Caro
que debía transmitir literalmente aquella conversación a la
Presidenta, a su regreso a
la residencia de Olivos.
El
ultimátum rinde sus frutos.El decreto con el nombramiento de
Videla, fue firmado por la presidenta minutos después de la
medianoche de aquella tensa jornada, donde la democracia
comenzó a escurrirse definitivamente de las manos del pueblo
argentino.
El
líder sublevado D élia Larocca, fue
pasado a retiro y su lugar al frente del III Cuerpo
será ocupado por otro halcón, José Vaquero pero su triunfo
resulta obvio, pues el Ejercito queda en manos de su “delfín”
Videla con quien planificará la
estrategia e instrumentación del futuro golpe de estado.
En
la mañana del 28 de agosto de 1975, en una ceremonia estrictamente
castrense llevada a cabo en la sede del Regimiento
de Infantería
de Patricios
de la Ciudad
de Bs
As,
asume su cargo el futuro
dictador, quien x entonces
tenía 50 años de edad. Confirmado
el nuevo jefe, se
avecina la próxima modificación de gabinete que alejará
de sus cargos a varios ministros
de Isabel, entre
ellos al
Coronel
Damasco.
Ello
forma parte del plan preestablecido x los golpistas, consistente en
descabezar todo vestigio "pro peronista" en la fuerza: así
se nombra a Suárez Mason
como titular del I Cuerpo
en reemplazo de Cáceres Anasagasti
y se
releva al coronel Jorge
Sosa
Molina hombre de Damasco,
quien estaba al frente de guardia presidencial, otro paso clave para
avanzar en la próxima destitución de la presidenta.
Mas
allá de las declaraciones de rigor de todos los protagonistas de
esta historia, que aseguraron que así se resolvía definitivamente
la crisis militar y el intento anticipado de golpe, no
se disiparon las dudas ni el objetivo estratégico de
los mandos militares y la élite económica que los
apoyaba: promover la caída del gobierno y llevar a cabo la
apertura indiscriminada de nuestra economía
Ello
queda expuesto con total claridad cuando tres días después
del final¡? de esta crisis, el ministro Antonio Cafiero
viajó a la asamblea anual del FMI, para promover una
acuerdo con dicho organismo, que permita refinanciar la deuda
externa y acceder a nuevos préstamos internacionales…
Como
vimos una serie complejos factores políticos, económicos y sociales
articularon y sellaron la suerte de la endeble democracia argentina.
Seguramente parte de ellos, estén incluso vinculados a errores
propios del campo nacional y popular. Pero también sin lugar a
dudas, el desenlace fue producto del triunfo de un proyecto
político, tendiente a consolidar un programa económico que priorizó
la especulación financiera y destruyó el empleo y el tejido
productivo y social de nuestro país.
La
represión y persecución a los militantes populares que se opusieron
a dicho plan, basada
en el mayor baño de sangre contra el pueblo argentino del
que se tenga memoria, buscó también quebrar los lazos de
solidaridad y promover un proyecto de país que rechace iniciativas
comunitarias como sustento de la democracia y el crecimiento
económico con equidad distributiva y generar una conciencia social
basada en la vigencia del individualismo, el paternalismo de las
fuerzas de seguridad y el apoyo al punitivismo como instrumentos de
control y disciplinamiento social.
Me
queda una pregunta. Cualquier parecido con nuestra
actualidad, es pura coincidencia?
.